El recuerdo de los partidos en familia, el sufrimiento por un descenso larguísimo y la alegría por Palermo y estos muchachos que ya son históricos.
«La vida es aquello que te va sucediendo mientras estás ocupado haciendo otras cosas…” dijo alguna vez John Lennon, el líder de Los Beatles y cuando volvíamos de San Nicolás en la noche del sábado, se presentaron esas palabras en mi cabeza. Cansado por el viaje, feliz por el desenlace del partido y la histórica clasificación a una final nacional, me empezaron a venir los recuerdos de tantos años atrás de periodismo futbolero, el amor por el juego, acompañar a mi viejo en los años sesenta y setenta, el trabajo que impedía mantener la rutina de seguir al club de mi papá y de mi abuelo que ya era también el mío, porque había que cubrir partidos, entrenamientos y charlar con protagonistas de otros colores, de otras pasiones.
Platense volvió a mi vida en los años del exilio en el ascenso, en esos veintidós años interminables jugando contra equipos que no tenían su historia ni su protagonismo pero que lo amargaron muchas veces cuando se soñaba en volver a Primera. Allí inicié el regreso a verlo en lugares más alejados o en la localía de Vicente López llevando a mi hijo e inculcándole, poco a poco, el amor a la marrón y blanca.
Desde hace unos años, la presencia creciente de su hijo (mi nieto) agrandó la hinchada y nos permitió vivir momentos diferentes. El ascenso a la B Nacional en 2018, la tremenda sorpresa de ganar el regreso a Primera en medio de la pandemia y a puro festejo en el balcón y en el teléfono, nos depositó de nuevo en la A. Ahí fue cuando volví a la historia, a los números que no se pueden rebatir: Platense volvió al lugar de donde nunca debió haberse ido. Y mucho menos, por dos décadas largas…
Es que el Calamar se ubica en el puesto 15 en la tabla histórica de puntos del fútbol argentino, cumpliendo el año próximo su temporada 78 en Primera División, adonde llegó en 1913 y se mantuvo por 43 años seguidos, hasta fines de 1955. Lo curioso, es que los catorce equipos que lo anteceden y los tres que lo siguen en esa tabla histórica, salieron campeones. Nosotros no lo conseguimos, todavía. El sábado tendremos la oportunidad, la misma que no se pudo resolver en 1918, cuando se perdió 1-0 con Independiente, en la cancha de GEBA, por la Copa de Honor. La misma que no se pudo ganar contra Huracán en 1943, en el viejo Gasómetro, por haber tenido menor número de tiros de esquina. Así como suena. Insólito.
Mucho se ha escrito sobre Martín Palermo, el máximo goleador de la historia de Boca y dueño de una carrera impresionante, que tuvo que sobreponerse a lesiones muy graves y a situaciones de salud muy cercanas a él que lo hicieron resistente, luchador, tenaz y, sobre todo, dueño de un amor propio y un equilibrio mental que pocos han reflejado en sus caminos.
Este Platense modelo 2023 se le parece. Armando casi de nuevo el plantel, la dirigencia -la mejor de las últimas décadas- lo convocó y si bien muchos teníamos dudas sobre jugadores puntuales y un entrenador que no tenía tanta espalda como técnico, de a poco nos fuimos convenciendo. Altibajos, buenos resultados de locales, pocos puntos cosechados fuera de casa. Sin embargo, el grupo se fue uniendo, todos crecieron juntos y el panorama se fue aclarando. Los 34 puntos sonaron a poco, porque había que seguir sumando, el promedio acechaba y la anulación de un puesto de los dos que había en esa tabla fue un enorme alivio.
Con la venta del crack juvenil Marco Pellegrino (transferido al MIlan italiano en más de cinco millones de euros) y la repesca de Vicente Taborda por Boca, las dudas volvieron a surgir en la inmediata Copa de la Liga. Hacíamos cuentas y si bien eran muchos los equipos que peleaban para no descender en la temporada, la zona lucía muy complicada. Sin embargo, se hicieron 20 puntos, se logró el cuarto puesto y la clasificación. De yapa, se alcanzó la salvación definitiva a tres fechas del final del torneo. Con un Palermo más maduro, más consustanciado con los jugadores, con un apoyo popular pocas veces visto en nuestra cancha, donde de mínima, nunca hubo menos de diez mil personas, en ningún partido. Todos Calamares.
Ramiro Macagno -hoy el héroe del equipo- fue de menor a mayor, la dupla de zagueros que componen Ignacio Vázquez y Gastón Suso creció muchísimo, Raúl Lozano fue una incorporación clave para mejorar los laterales y la permanencia de Franco Díaz y del incansable Nicolás Castro brindó el equilibrio necesario en el mediocampo. Adelante, Palermo entendió que Ronaldo Martínez no debía seguir jugando como extremo derecho sino hacerlo como delantero movedizo, sin lugar fijo, pero casi como un doble nueve, acompañado por el todavía bisoño Mateo Pellegrino, grandote y apto para bajar pelotas, pero con pocas chances de remate al arco rival, por ahora.
Con un grupo de actores de reparto surgidos en el club (Morgantini, Infante, Russo, Valdivia y Marcich) más las incorporaciones del zurdo uruguayo Ocampo -de muy buena pegada- del Pupi Ferreyra, de Ciro Rius y de Leonel Picco, Palermo encontró variantes y más funcionamiento. La localía se fue haciendo más fuerte y la suma de equilibrio + actitud que no se negocia, se mantiene. No es casualidad que haya perdido un único partido en los últimos once que ha disputado. Encima, Macagno se disfraza a cada rato de Calamar por sus largos tentáculos que atrapan penales…
El sábado el Marrón se juega alcanzar el primer título de su historia. En un club bien conducido que ha crecido en todos los aspectos, con un equipo de fútbol femenino en primera de AFA, con un gran plantel en la Liga Nacional de Básquetbol, con una cancha remodelada y una masa de socios e hinchas que apoya, Platense volvió a vivir y se vienen horas que pueden catapultarlo más alto aún. Martín Palermo tiene mucho que ver en este presente y el plantel que terminó convertido en un grupo de amigos luchando por el mismo objetivo, se lo agradece y valora.
A las figuras Calamares de mi vida (Topini, Garro, Piris, Bulla, Subiat, Valdez, Petti, Guyón, Magalhaes, Grimoldi, Espina, Alfaro Moreno, Scotto y varias más) las guardo en el corazón y ahora me concentro en los nuevos apellidos que llevan la camiseta para adelante y lo hacen muy bien.
Ante Rosario Central -que gana el historial de enfrentamientos oficiales apenas por 31 a 29 en 87 partidos desde 1939 hasta hoy- sufrió la mayor derrota de la temporada: fue 0-4 en Arroyito. Esta vez, prometen, será distinto. Si no hay victoria, no habrá título, pero quedará el sabor de un año inolvidable. Para Palermo, su carrera como entrenador, para estos muchachos que están dejando el alma en la cancha y para los miles de hinchas que se permiten soñar y ver al viejo y querido Tense lejos de sus peleas por la subsistencia. ¡Dale Marrón! TyC Sports
Foto: @fotobairesarg