Corre, da la vuelta por el Stade de France, en busca de su novia Desiré Inglander, en la platea. Un beso, dos, se pierde en el sentimiento. Se ríe con sus amigos, más tarde llora con sus padres. Sus rivales lo aplauden: se rinden a sus pies, en sus manos, en sus piernas de oro. No son adversarios: saben que son protagonistas de una era imposible.
El sueco Armand Duplantis, gigante entre grandes, batió su propio récord mundial para ganar el oro olímpico en salto con garrocha con 6,25 metros. Así lo celebra: como uno de las atracciones de París 2024. Pura simpatía: sabe que este es solo el comienzo de algo todavía más grande. Más alto.
Sin sorpresa y con la autoridad de costumbre, el fenómeno sueco del salto con garrocha había asegurado un rato antes su segundo oro olímpico, tres años después del logrado en Tokio. A sus 24 años, Duplantis fue el único en superar la barra de los 6 metros.
Le acompañan en el podio el estadounidense Sam Kendricks (no paró de aplaudirlo), plata con 5,95 metros, y el griego Emmanouil Karalis, tercero con 5,90 metros. Antes de “Mondo”, solo el estadounidense Bob Richards (1952, 1956) y la rusa Yelena Isinbayeva (2004, 2008) habían conseguido dos títulos olímpicos seguidos en el salto con garrocha.
Para él, más que para nadie, “Sky is the Limit”. En la final olímpica, el prodigio ya tenía el oro reservado y la gran duda que parecía flotar en el ambiente era si sería capaz de batir de nuevo su récord del mundo. Lo hizo.
Torun, Glasgow, Belgrado, Eugene, Clermont-Ferrand, Xiamen: la lista de ciudades donde Duplantis batió récords es larga, desde que le arrebató la plusmarca al francés Renaud Lavillenie en febrero de 2020. ”Tengo más alturas dentro de mí”, estimaba en abril pasado en China para advertir que no había llegado a su techo y que sigue decidido a superar sus propios límites. También, en París.
Sergei Bubka, el mito ucraniano del salto con garrocha, seis veces campeón del mundo, fue el primero en superar los seis metros a mediados de los años 1980. Como voz más que autorizada en esta disciplina, explicaba ya en 2021 que “con la técnica correcta, es posible ahora alcanzar los 6,30 m, 6,40 m o 6,50 metros”.
Uno de sus competidores frecuentes en las reuniones internacionales, el francés Thibaut Collet, explicó que la forma de saltar de Duplantis es “un arte” y estima que puede llegar “a más de 6,30 metros” porque “solo tiene 24 años, con madurez y físico pero quizás en su cabeza todavía no ha alcanzado la madurez”.
La inteligencia artificial (IA) apunta incluso una proyección todavía más ambiciosa para Duplantis: creyendo en un modelo que tiene en cuenta sus saltos, sus resultados y las condiciones de las competiciones, que ha realizado el Comité Olímpico Sueco, el fenómeno de la garrocha sería capaz de llegar a… ¡6,51 metros cuando tenga 33 años!
“¡Eso sería un gran salto! Sienta bien escucharlo. Sería divertido poder saltar todavía más alto y derrotar entonces a la inteligencia artificial”, se divierte el hombre que domina abrumadoramente la prueba en los últimos años. ”Es interesante ver qué es considerado como posible [por la IA]. Esto genera presión, pero también motivación. Cuando era más joven hacía algo así: no soy una IA, pero intento tomar todo lo mejor de los mejores garrochistas del mundo y transformarlo para mi propio salto, con mi estilo propio”, explica. ”Llegar a 6,50 metros, sinceramente, me parece mucho”, advierte Collet. “Para mí, eso de la IA no tiene nada que ver con el deporte. Solo son cifras”, sentencia.
A la espera de saber con los años si una altura tan estratosférica es realista o no, Duplantis apunta primero a “saltar 6,30 metros” como su objetivo a corto o medio plazo.
Invicto desde más de un año, Duplantis acumula los títulos: los tres últimos europeos, los dos últimos mundiales, el último olímpico… París 2024 se suma a su colección.
El pasado diciembre, en Mónaco, Duplantis se refirió a las diferentes fases de sus saltos, que ya marcaron una época en el atletismo y que seguramente sigan haciéndolo durante los próximos años. Se trata de un libro abierto a todo público.
1. Antes de empezar
“Ahí sé que tengo que estar cerca de la perfección y conseguir el mejor salto posible. Así que intento animarme, repetirme que tengo que conseguir el mejor salto. Así que voy hasta el principio de la pista de impulso, realizo una gran inspiración y visualizo en mi cabeza qué quiero hacer, me visualizo consiguiéndolo, superando la barra. Y entonces me digo que allá vamos. Nada técnico, solo palabras para motivarme. A veces los astros están alineados y cuando eso sucede sabes que todo va a ir bien, que todo es fácil”.
2. La carrera de impulso
“Eso es una cuestión de sensaciones. Conozco las sensaciones que tengo que tener y trato de encontrar el ritmo adecuado para llegar lo mejor posible. Pero creo que lo mejor es simplemente tener confianza. Cuando realizo mis mejores saltos es cuando dejo que todo vaya libremente, de manera fluida, sin buscar hacerlo todo bien o sin pensar demasiado en ello. Puedes dudar, pero intento ser agresivo, ir al máximo, hacer las cosas menos complicadas, correr simplemente. Después de todos estos años conozco bien las sensaciones y cómo mi cuerpo se mueve naturalmente”.
3. El despegue
“El momento de impacto [de la garrocha en el punto de apoyo] y de despegue es la clave. Es lo que determina todo el salto. Si tienes la posición adecuada y la velocidad en ese momento, entonces sabes ya que va a ser un buen salto. El resto del salto es automático, el despegue es realmente lo más importante y después hago lo que sé hacer”.
4. Pasar por encima de la barra
“Sé muy pronto si va a funcionar o no. Sé muy bien dónde está la barra, puedo sentirla, y sé también donde está mi cuerpo en relación a la barra, así que sé si estoy por encima, si la pasaré o no. A veces la toco, así que hay que tener un poco de cuidado antes de celebrar. Cuando tocas la barra tienes que mantener la calma y no asustarte, la barra puede seguir colocada en su lugar si la has tocado de buena manera”.
Fuente: LA NACION – Yahoo.com