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ALE OROZCO, ABANDERADA DE LA SALUD MENTAL EN EL DEPORTE: «DURÉ MUCHOS AÑOS EN LA LÍNEA DE LA DUDA Y LA BAJA AUTOESTIMA»

 

Alejandra Orozco Loza of Team Mexico competes in the Women’s 10m Platform preliminaries on day twelve of the Tokyo 2020 Olympic Games

Alejandra OROZCO

Saltos

Cuando ganó una medalla olímpica con 15 años, muchos pensaron que la clavadista mexicana había llegado ya al final de su carrera. La lucha para demostrar que se equivocaban fue una lucha por la salud mental. Descubre en esta entrevista cómo Alejandra Orozco volvió a abrazarse a sí misma.

La clavadista mexicana Alejandra Orozco, abanderada de su nación en la Ceremonia de Apertura de los Juegos Olímpicos de París 2024, es una de las grandes esperanzas de medalla en la justa olímpica y fue la única clavadista, junto a Gaby Agúndez, que logró medalla en los pasados Juegos: bronce en plataforma de 10 metros sincronizada.

En su palmarés, no es la única presea olímpica de Orozco, que también logró una plata en Londres 2012 en el mismo evento junto a una de las leyendas de este deporte: Paola Espinosa. Aquella fue su primera experiencia olímpica, cuando solo tenía 15 años.

Orozco pasó prácticamente de la noche a la mañana de ser una apasionada por el deporte a ser una estrella de los clavados. Sin embargo, las mieles del éxito llegaron demasiado pronto para ella.

«Yo veía una escalera larga, creía que venía un proceso largo», recuerda en una entrevista para Olympics.com. «Pero fue todo muy apresurado. Ya estaba con Paola, con una ídola en la plataforma, buscando una medalla para nuestro país, cuando un año antes apenas estaba empezando en las grandes ligas».

«Creo que eso define mi historia. Empezó al revés. Tuve que crear un un libro diferente porque entonces no había tantas herramientas o tanta guía para una niña de 15 años que se convirtió en medallista olímpica», relata.

«EL FIN DE UNA CARRERA» CON 15 AÑOS

Precisamente ganar esta medalla fue lo que comprometió el después de su historia. El juego de los clavados se convirtió para muchos en el techo de la carrera de Ale Orozco.

Y ella acabó entendiéndolo así. «Yo era una niña que no dimensionaba dónde estaba. Llegué con 15 años a unos Juegos Olímpicos donde mi preocupación más grande era un clavado. Ahora entiendo que esa debe de ser mi única preocupación. Pero entonces había una inocencia. Había de alguna manera un desconocimiento de todo lo que hay detrás de cámaras, en el otro lado de la moneda. Había de alguna manera una sencillez de simplemente subirme y apasionarme por lo que hago, por los clavados. Y luego [al ganar la medalla en Londres 2012] fue como cortarlo de tajo desde muy niña. Yo no quería que fuera el fin de mi carrera. Y mucha gente piensa que eso es lo máximo a lo que puedes llegar. Yo lo conseguí siendo una niña y mi camino después era: ‘Si no eres esa niña, ya no lo vas a lograr porque ese fue tu punto clave, tu máximo momento'», recuerda Orozco doce años después.

Con 15 años la vida ya está plagada de por sí de desafíos, de cambios. Lidiar con el peso de una medalla olímpica no fue la única lucha de Orozco.

«Yo venía una serie de cambios: cambios físicos, mentales, emocionales… Y yo con mi mente quería seguir demostrando que Ale tenía mucho potencial, que apenas estaba iniciando, pero fue estar entre estos dos lados: en la duda de si algún día iba a poder [volver a ganar una medalla] y también la pasión por lo que yo quería hacer. Fue un momento complicado, de adolescencia, de salud mental de alguna manera», prosigue relatando.

NO SUBIR AL PODIO EN RÍO 2016

Después llegaron los Juegos Olímpicos de Río 2016, donde no consiguió volver a ganar medalla. Esto fue un obstáculo más para Orozco. Un obstáculo casi definitivo.

«Me costó mucho trabajo abrazarme a mí misma. Duré muchos años justo en esa línea de la duda, la incertidumbre, la baja autoestima… En muchos sentidos. Pero hay un momento clave después de Río, donde no repetí el resultado y no logré ese anhelado metal como para mantenerme después de Londres. Y creí que que quizá ya era suficiente», rememora.

Sin embargo, algo cambió su parecer: su lucha interna. Impulsada por su familia, Alejandra Orozco decidió que su final en los clavados no iba a llegar con solo 19 años.

«Empecé de cero. Literal fue regresar a mi casa y ya con ayuda psicológica y de apoyo emocional, pensé ‘Si quieres resultados diferentes, haz cosas diferentes’. Y en eso no solo implicaba lo externo sino lo interno. ‘Tengo que hacer un algo diferente, tengo que pensar diferente y adaptarme a las situaciones'», se decía Orozco.

«Eso fue también una de las claves la adaptación a todo: a un nuevo cuerpo, a una nueva mente, a un nuevo entorno, a una nueva alberca, a nuevos objetivos».

En este proceso de adaptación, llegó alguien más que lo cambió todo: Gaby Agúndez. Su nueva pareja en la plataforma dio le dio a Alejandra Orozco el aire fresco que necesitaba.

GABY AGÚNDEZ: LA PAREJA QUE CAMBIÓ A ALE OROZCO

«Una clave importante fue compartir plataforma con Gaby. Ella me compartió mucho lo que yo necesitaba. Ella tenía una historia diferente a la mía, pero tenía mucha energía, mucha hambre para lograrlo y yo tenía la experiencia».

Aquello que Orozco necesitaba era sencillamente confianza. «Ahí fue donde volví a abrazarme y creer en mí, confiar en mí. Que alguien a tu lado confíe en ti significa mucho. Además de Gaby fueron mis entrenadores y mi familia. Creo que muchas personas confiaron de mí mucho más de lo que yo misma lo hacía. Y eso fue lo que me dio de alguna manera motivación para seguir».

«Muchas personas han sido mi roble, mi centro, mi brújula; los que me han dado esas palmaditas cuando he querido tirar la toalla», prosigue explicando Orozco.

Por no hacerlo, volvió a tocar el cielo olímpico junto a Gaby en la plataforma – donde de algún modo también estaban subidas con ellas el resto de personas que les apoyaron en el proceso.

ALE OROZO MÁS ALLÁ DE LA ALBERCA

Aquel bronce en Tokio 2020 fue en cierto modo fabricado dentro de sí misma, más allá de la alberca.

Reducirse a sí misma a la Ale clavadista que con 15 años ya decían que había tocado su límite fue su punto más bajo. Entender que hay más, que ella es más, fue su clavado perfecto.

«Al final entendí que está padre todo lo de la alberca, pero también Ale ser humano: no todo el tiempo soy Ale clavadista. Más allá de eso, es ese apapacho por lo que soy, por la persona que también quiero ser», define ahora.

«Hay muchas curvas en la vida y uno tiene que adaptarlas. Nunca quité el dedo del renglón, siempre fui muy comprometida. Y bueno, aquí estoy muchos años después».

Alejandra Orozco acaba de hablar con sencillez. Como si fuera simple estar aquí muchos años después.

Aquella Ale de 15 años que solo pensaba en hacer bien un clavado volverá a saltar en París 2024, pero ahora con 27 años y una confianza que se ha tenido

que construir. Ahora hará sus clavados abrazada a sí misma.

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